Mirando el hermoso cielo estrellado
pensado en ti, de un modo acompasado
una estrella fugaz ha rasgado mis emociones
como si ésta supiera mis pretensiones.
No es capricho ni vanidad
querer ser del amor partícipe en su heredad,
yo sólo le pido a Dios
que regreses a mi lado, sea su voluntad.
Y mientras llega ese bendito día,
cambiaré mis cortinas de melancolía
por ajuares de armonía.
Te esperaré escribiendo una carta cada día
no de soledad, no de tristeza,
la escribiré evocando tu compañía
y la pena de no verte, la cubriré con entereza.
Te esperaré cada día y cada noche,
con latidos de emoción a derroche
y a tu llegada no habrá llanto
ni palabras de amargura o reproche.
Y cuando al fin estés aquí...
Te recibiré como la aurora recibe al sol
con una franca sonrisa de mirasol,
cantando entre murmullos de mi vivaz amor
que harán para los dos, una bella canción de amor.
Te recibiré con un hogar de amor y paciencia,
con una cama, donde tu cansancio puedas dejar
y donde nuestros sueños e ilusiones podamos conjugar.
Te recibiré con tal vehemencia
que no querrás devolverte en tus pasos,
te recibiré con amor en los brazos
y con la mesa puesta...
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