viernes, 14 de diciembre de 2012

TRES MINUTOS PARA REFLEXIONAR

Hoy como todas las mañanas desde hace unas semanas atrás, a poco de salir de CRETEX (donde asiste mi hijo a terapia de medicina física), maneje rumbo a casa como de costumbre, es decir, siempre tomo la providencia de conducir con el cinturón de seguridad puesto, utilizo las intermitentes o direccionales según sea el caso, y... -¡Ja! ¿La providencia? ¿Tomas la providencia de manejar con cuidado?- grita mi conciencia -¡Es tu obligación al manejar!- Cierto, es mi obligación conducir el vehículo con precaución y siempre lo hago, máxime llevando a mis hijos conmigo. Pero ese no es el punto, el hecho es que esta mañana no fue como otras, ésta tuvo algo muy particular, algo muy diferente y vaya que lo fue. A eso de casi medio kilómetro antes de llegar al retorno que me conduce a casa, en un tramo de carretera federal, en el carril de alta velocidad, manejando con precaución, a una velocidad de aproximadamente 80 km/hr y descendiendo  (el límite en este tramo es de 90km/hr), escuchando en mi estación favorita de radio la canción de moda, con mi hijo mayor de copiloto, con una sonrisa de polo a polo, charlando precisamente sobre lo afortunados que somos de estar vivos y lo maravilloso que es vivir, puntualizando con mi hijo que de al menos un aprendizaje nos ha dejado su parálisis facial y que de alguna manera sus terapias nos han acercado más...
¡Se atravesó frente a mí un camión torton! ¡Un camión materialista! ¡Dios mio! ¡Dios mio! fue lo único salió de mi boca, mientras por mi mente cruzaba la palabrota dedicada al conductor del autobús que en el carril central se había detenido súbitamente, obligando al conductor del torton a ocupar mi carril, mis instintos hicieron que espejeara a todos lados, que frenara poco a poco para no amarrar los frenos de la camioneta, antes de llegar a lo que parecía sería un terrible impacto, solo pude ver en el espejo lateral izquierdo del camión, el reflejo de dolor del chófer, tenia una expresión de pánico, de culpa, miró mi camioneta de un modo tan impresionante; era una mirada diciendo perdón, diciendo no tuve opción, lo siento, o que se yo lo que pensaría el chófer, solo sé que ese rostro y esa mirada, son de las cosas que no olvidare en poco tiempo. Me imagino que el conductor del torton tuvo que decidir entre arrollar al autobús que se quedo parado frente a él y al mismo tiempo atropellar a los trabajadores de la junta local de caminos que en ese momento bajaban los fantasmas para indicar reparación en un tramo de la carretera; o bien, decidir (como lo hizo) ocupar mi carril frenando con motor pues no solo llevaba el impulso de su carga, también tenia delante una hilera de autos, los mismos que al igual que yo estaban en el carril de alta velocidad, indispensable maniobra para tomar el retorno algunos metros adelante. 
En ese momento no lo entendí pero, ahora sé que su expresión desde luego, no era por las abolladuras que yo pudiera causarle, si no por que tuvo que decidir entre perjudicar a muchas personas o solo a los pasajeros de la única camioneta que quedo atrás de el a escasos  40 cm...
Por segundos reinó el silencio, no tengo idea de cuanto tiempo paso en todo ese momento de angustia... Lo que si puedo recordar es que por un instante, al voltear la mirada hacia mi hijo, puse mi mano derecha sobre su hombro y con la mano izquierda bien afianzada al volante,  en seguida de exclamar ¡Dios mio!... Le dije ¡Te amo! ¡Hijo te amo!... Creo que el mirar su cabecita recostada en el asiento, trajo a mi memoria los días fríos de invierno, esos días de hace 14 años cuando él era solo un bebé y yo lo recostaba sobre mi regazo, acariciando sus cabellos, su pielecita suave, cuando lo arropaba bien para protegerlo del frío invernal... Mi niño, pensé en un suspiro, ¡mi niño! Quizás fue la angustia, la sorpresa de dicho evento o no sé que fue, pero al mismo tiempo en que admiraba la hermosa silueta de mi hijo mientras dormía, me pareció escuchar entre murmullos las vocecitas de mis tres hijos juntos mezclada con un pensamiento de serenidad, como si algo o alguien me diese un cálido abrazo... Como si pudiese sentir la presencia de algo o alguien alrededor mio, irradiando una serenidad absoluta...Ya no sentí miedo, me tranquilice por completo, de reojo mire que el camión no se detuvo, lento pero siguió su curso y a poco se desvió nuevamente para dejarme libre el paso y evitar así lo que segundos atrás prometía ser un aparatoso impacto. Tras un respiro de alivio, desperté a mi hijo para avisarle que ya faltaba poco para llegar a casa; yo no quitaba mi mano de su hombro y hasta ahora note que lo agarraba fuerte, asombrado me pregunto -¿Que pasa mamá? -Nada le dije con un profundo y largo suspiro, -solo que el materialista se me cerro, pero no te preocupes ya paso todo- acaricio mi mano, me sonrió y volvió a dormitar... Tomando finalmente el retorno, note que la canción de la radio, esa de moda que solo dura tres minutos, comenzó segundos antes del incidente en la carretera y terminaba justo ahora que salía de ella. 
Sin lugar a dudas fueron los tres minutos más extraños y eternos que he tenido después de la agonía que pase cuando mi hijo mayor solo tenia un año y medio de edad, dramático evento donde los médicos me dieron por muerta durante tres minutos, evento donde el amor hacia mi hijo y las ganas de mirarlo una vez más, me llevaron a luchar con todo para salvar mi vida, en una cirugía donde los médicos atendían una peritonitis por un quiste se reventó en mi ovario derecho.  
Se preguntaran ¿qué relación tiene que ver un evento con el otro? Bueno no solo es el hecho que esté involucrado mi amor hacia el mismo hijo, o que en el mayor momento de angustia haya sentido el mismo abrazo de serenidad; me parece que la mayor relación que hay en estos dos eventos es que han sido momentos en los que habiendo vivido tanto, y teniendo infinidad de cosas en que reflexionar, el hecho de mirar cara a cara a la muerte, en ese momento donde desaparece el dolor o la angustia (como hoy), en esos momentos solo hay una cosa que viene a mi mente, y eso se llama amor, amor a mi hijo, a mis hijos, amor a mí vida, amor a la vida,   creo finalmente que para mi no hubo ni habrá otro motivo para reflexionar que no sea el amor.

Erandy Alejandra D/Reservados México 2012 

Y TRAS LA CONQUISTA EXPIRAR...


Caminar y llegar
creer o morir
vivir o estar vivo
luchar y conquistar
llorar y reír
suspirar por lo anhelado
aspirar lo necesario
respirar y exhalar
y tras la conquista expirar...

Caminar en pos de una ilusión
llegar al borde de una gran pasión,
vivir amando, soñando, sirviendo
que no es lo mismo vivir que estar vivo (Gandhi)

Luchar por un ideal
conquistar el corazón más duro (el mio)
llorar a veces por un mal
reír siempre ante cualquier apuro.

Suspirar por un anhelo
hasta convertirlo en un sueño
soñar con un propósito
que el amor, no sea en el mundo tan pequeño.

Aspirar a ser feliz desde donde estoy
respirar lo humanamente bueno
exhalar amor para sanar al mundo
tarea iniciada para siempre, desde hoy.

Y tras la conquista expirar...

Erandy Alejandra D/Reservados México 2012

jueves, 13 de diciembre de 2012

NECESITO CREER


Necesito creer, que el sol todo te ilumina
aun si no estoy a tu lado vida mía, 
necesito creer que me amas
y que siempre estarán unidas nuestras almas

Necesito creer que siendo tú la estrella polar, 
nunca nada de tu cielo me podrá expulsar,
necesito creer que estás ahí, que vives
que me lloras, que me piensas y que ríes...

Necesito creer que soy tu luna
la que llamas cada noche desde tu ventana,
que soy la protagonista de tus sueños
y que mis versos despeinan tus cabellos.

Necesito creer que sin mi pierdes la calma
cada vez que miras la almohada vacía en tu cama, 
necesito creerlo por que a mí, la soledad me mata
y tu ausencia y la distancia no me ayudan en nada...

Cada día siento que muero...
Cada día me desespero y mi alma,
mi alma te busca en el cielo cual lejano lucero 
sin saber que es un vasto mar quien nos separa...

Y siendo el mismo cielo para los dos,
necesito creer, que nos ilumina con las mismas estrellas,
que a los dos nos cobija en las noches de desvelos
y que es el único testigo de tus querellas

Necesito creer que esto es verdad 
y te juro no es por egoísmo ni vanidad,
simplemente necesito creerlo por que eres tú mi vida,
y porque no quiero despertar y ver que todo ha sido una pesadilla.

Erandy Alejandra D/Reservados México 2012