Un día por la
mañana o por la tarde, quizá por la noche, no recuerdo bien en que momento fue
cuando llegó
a mis manos esta carta, aún no salgo del asombro y ahora sabrán
por qué, dice así…
“Mujer de
sonrisa muda, si mujer, tú que lees azorada
esta misiva entre tus manos, por una vez en tu vida, préstame atención”…
“Cuenta las
arenas del mar o las estrellas del cielo y sabrás cuánto cuesta amar, cuenta
las gotas de lluvia llorando por un amor y sabrás cuanto duele amar, cuenta los
latidos del corazón en cada suspiro y
tendrás un instante de melancolía. Escucha las suaves notas del silencio, es la
dulce voz de tu corazón, cuenta los pasos que has dado y los caminos que faltan
por caminar y encontraras desesperanza y que decir si tomas un elevador al
cielo; llegarás al fondo del abismo”
“Eso mismo me
paso contigo, quise que fueras mía por fuerza y no por voluntad. Confieso que
en mi afán de lograrte, cada día canté al pie de tu ventana, te mande miles de
flores para perfumar tu piel; en tu corazón, deposite aguijones de anhelos para
que al suspirar desearas sentirte amada, sembré desazón en tu pecho para que
buscaras amor (yo) y consuelo; pero tú como si nada, nunca imaginaste que podía
ser yo merodeando tu vida para amarte, ni una sola mirada fui capaz de
conseguir. Entonces, cada día me fui
robando algo de ti, siempre con la esperanza de que me vieras robándote poco a
poco, pensando que al verme, de menos saldrías tras de mí, ya me encargaría yo
de enredarte (pensaba). ¡Pero no! No
saliste, no sé si pensaste que la vida se pierde por casualidad, o si no te
moviste por vanidad, sobre protegiendo la fragilidad de tu feminidad, ¿o fue acaso
por piedad, pensando que yo necesitaba más lo que cada día me llevaba de ti?”
“Eso no lo sé
ahora ni lo sabré nunca, antes ha empezado mi agonía, por eso quiero hacerte
saber de mi último deseo, como el de un
condenado a muerte, aunque sin tenerte, muerto he estado desde que te amé… Mi
deseo es que vengas, por piedad o por necesidad pero ven”
"Ven a mí
que guardo el rubor de tus mejillas, ven a mí que soy el ladrón que se robó tu
aliento en cada suspiro, ven a mí que soy quien entró por tu ventana cada
noche, a soñar en tus sueños; ven a mí que aun guardo la miel de tus labios,
ven a mí que fui yo quien se llevó tus ansias de amar y por eso de nadie te has
podido enamorar... Ven, ven y llévate el rubor de tus mejillas que da seña de
emoción en tu vida, ven y te devuelvo el aliento, ese que te inspira a soñar
cada día, ven y ya no asaltaré más tus sueños, pues al verte tu cumplirás el
mío; ven y te devuelvo la miel de tus labios y no pasarás tragos amargos nunca
más, ven para que al devolverte tus ansias de amar, te decidas de una buena vez,
si me amas o me condenas a morir en soledad"
Prendado
de tu belleza… ¡El amor!
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Código: 1303054717757
Autor: Erandy Alejnadra
Pintura de Vladimir Volegov
titulada “Blue day”
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